lunes, 22 de noviembre de 2010

La mente de una dragón

Sé que puedes leer lo que estoy pensando. Imagino también, que tras haber leído el título habrás adivinado que soy una dragón.

Otros como tú, seas lo que seas, han hecho lo mismo en muchas otras ocasiones. Buscan mi conocimiento, pues soy una criatura milenaria y de casi eterno saber. Espero que mis pensamientos puedan satisfacer todas tus preguntas e inquietudes.
¡Un momento! Huelo algo extraño. Algo... similar a mí. Algo.. con vida. Pero es también diferente, pues no huele a dragón. ¿Qué será? Parece físico, sin duda, no es un pensamiento, pues mi nariz nota el roce del aire al entrar. Es algo tangible, como las firmes paredes de mi cueva, los límites de mi universo terrenal.

Se mueve. Su olor es cada vez más intenso. Va creciendo la densidad de su aroma tanto, que casi puedo paladearlo. Van apareciendo nuevos matices a medida que se acerca. No noto la lisa suavidad de las escamas. Es como si lo envolviese una textura diferente, más fría. ¿Existen, otros seres físicos además de mí? Porque tú, lector,debes ser producto de mi imaginación, como el resto de mi mundo inmaterial. El olor continua incrementando y cogiendo forma, se aproxima rápidamente para su diminuto tamaño, pues no debe de medir mas de la mitad de mi garra. Se acerca desde la roca con forma de ala que hay cerca de donde dormí hace un rato. ¿Provendrá de más allá de las paredes? Eso es imposible. No existe nada más allá de ellas, y solamente el cuestionarmelo me parece inverosímil.
¡Puedo ver como la roca está siendo atravesada por algo! El olor ha tomado forma, y mis ojos la ven tal y como mi olfato la había percibido. Qué criatura tan extraña. Efectivamente tiene el tamaño de la mitad de mi garra, quizás algo más grande. Camina sobre sus patas traseras. Está envuelto en algo brillante y que parece muy sólido. Su cabeza, está al descubierto. No tiene hocico como el mío, pero tiene dos ojos, boca y una diminuta nariz al menos. Su piel es rosada, como la parte anterior de mi cuerpo.
Acabo de intentar saludarle, pero mi rugido debe de haberle asustado. ¡Agita un objeto afilado y tan brillante como su coraza, e intenta dañarme! ¿No comprende que no es mi deseo el dañarle? Corre hacia mí, ya que no posee alas y... se detiene. Está intentando comunicarse conmigo. Debe de poder leer mi mente, pues al pensar que no quiero hacerle ningún mal, ha detenido su carrera y ha comenzado a emitir sonidos a través de su boca. ¡Son palabras! Como las que soy capaz de pensar. ¿Cómo lo hará? Yo solo puedo rugir.
Dice que es un hombre. Que viene a salvar a la oráculo. Le explico que aquí solo estamos mis rocas y yo. Debo de ser a quien ha venido a buscar. Él, abre los ojos al asombrarse, como yo, y dice que imaginaba una mujer, una doncella en apuros, a un ser humano hembra. Me explica, que más allá de las paredes hay más seres humanos como él, pero que hacen el mal manteniendo presa a una oráculo. ¿Me estarán manteniendo presa a mí? Algo llamado magia, hace que mis ojos solo puedan ver roca, y que mis dedos no pasen de ella. ¿Será posible que toda mi vida haya sido una mentira? El hombre me habla de montañas y ríos. Me habla de algo azul y maravilloso, llamado cielo que lo cubre todo, como si fuera el techo de mi cueva. Oigo más ruidos. El hombre se pone en pie, y me pide que me prepare para el combate. Y entonces sucedió: las paredes se desvanecieron. Todo mi mundo cambió. Sigo viendo piedra, pero ahora veo que mi cueva, en lugar de ser esférica, es alargada, y veo una luz al final. Todo el camino está lleno de otros hombres, también con objetos punzantes en sus garras, solo que les cubre un manto blanco. Me quedo pasmada ante semejante espectáculo. Mi nuevo compañero me pide ayuda. Me grita que estos nuevos seres son los integrantes del culto que me mantenía presa.

Aspiro aire, mucho aire, y lo expulso, arrastrando un calor insufrible por mi garganta. Mis fauces, se abren, lanzando el fuego destructor que abrasa a todos estos diminutos captores. Se revuelven envueltos en llamas, y finalmente caen. Mi amigo se lanza a la captura del único que sigue en pie, apuntándole con su objeto punzante a su diminuto cuello. Veo agua brotar de sus ojos, y emite sonidos lastimeros, mientras pide piedad. Nos explica, que fuí colocada hace milenios por el Culto dentro de la cueva, cuando todavía estaba dentro de mi huevo. Utilizaban un hechizo para que yo no pudiese ver el exterior, y otro para que pudiesen leer mi mente. Así, podrían adquirir el conocimiento cósmico y universal, sin las impurezas del saber mundano. Imagínate, una mente como la mía, tan vieja como la de ningún otro ser. El sectario corrió hacia la luz. Mi amigo, se encaramó a mi grupa, y me lancé al vuelo, desplegando mis majestuosas alas, nunca antes extendidas. Pero.. tras avanzar unos pocos metros, miré hacia la luz.

Ví algo hermoso y simple que no había contemplado en mi toda mi vida: ví algo azul.

2 comentarios:

  1. Buen relato! me sigue molando q cada uno sea diferente al anterior. Me ha imaginado a Smaug esta vez, jeje.

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  2. Que buena idea utilizar al dragon para aprender. Sólo les ha faltado aprender un poquito de piedad, bondad o ética, y no tener al bicho engañado y encerrado por siempre.
    Yo de él me los habría zampado jajajajajajaja.

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