sábado, 4 de diciembre de 2010

Nicolás, inocente y despistado

No hizo falta que Nicolás se palpase los bolsillos: cuando cerró la puerta, supo que se había dejado las llaves, la cartera y el móvil dentro de casa. No había nadie dentro del piso, por lo que tendría que contactar con su casera, y todavía era muy temprano. Además, llegaba tarde a la facultad.
Una vez en clase, pidió a un amigo su móvil para hacer una llamada, pero la casera lo tenía apagado todavía.

-"Esperaré hasta la hora de comer" pensó Nicolás.

Ese día, las clases pasaron rápido. Nicolás era un chico alegre y optimista. Siempre veía las cosas buenas de la vida. Tenía muchos amigos (casi todos en la universidad), y se había ganado el sobrenombre de "El Niño" debido a su ingenuidad e inocencia. En resumidas cuentas, Nicolás era un veinteañero con un espiritu que se negaba a hacerse mayor.

Habló por fín con su casera y ésta le dijo que el portero del edificio guardaba una copia de las llaves. Nicolás sonrió aliviado, y continuó con las clases de después de comer.
Cuando llegó al portal de su casa, vió al portero leyendo, como siempre.

-"Hola chico, tu casera me ha avisado. ¿Aún necesitas las llaves?" dijo el portero sonriendo.
Nicolás dijo que sí cogiendo las llaves que aquel hombre bonachón le ofrecía. Le dió las gracias tanto al cogerlas, como cuando se las devolvió tras recuperar las que había dejado olvidadas en casa.
-"Si te vuelve a pasar, ya sabes que tengo una copia" dijo el portero.
-"Vale, espero que no me vuelva a pasar" contestó Nicolás.

Mientras subía de nuevo al piso, se quedó pensando:
-"¿Cómo sabía que era yo el que necesitaba las llaves? Mi casera le habrá dicho que un chico las necesitaría pero... ¿cómo me habrá reconocido? ¿Porqué guarda una copia de las llaves?" En todo esto pensaba mientras hacía la cena.

Tras ver un rato la tele mientras cenaba y leer otro tanto en la cama, llegó el momento de apagar la luz. Poco a poco los ojos se le cerraron, y soñó con cosas bonitas.
Cerca de las tres de la madrugada, el mismo ruido de siempre volvió a despertarle. Era como cuando alguien cierra una puerta con cuidado. Nicolás no le daba importancia, pues sus vecinos eran ruidosos y les echó la culpa a ellos. Bostezó y se volvió a dormir.

Unas semanas más tarde, como cada noche, cerca de las tres volvió a despertarse, solo que esta vez no escuchó ningún ruido.
-"Mmmm tengo algo de sed" pensó Nicolás. Estiró la mano y encendió la lámpara de la mesita de noche. La luz le cegó, por lo que cerró sus ojos instintivamente. Poco a poco, fue acostumbrándose a la luz y vió a un hombre en la cama, tumbado a su lado: era el Portero.
Nicolás, asustado, se cayó de la cama despertando al Portero.
-"Pero pero... ¿se puede saber que hace usted en mi cama?" dijo Nicolás mientras el corazón parecía salírsele del pecho. El Portero, incorporándose poco a poco, como si aquella no fuese consigo, se sentó al borde de la cama diciendo:

-"¿Qué sucede? Estoy aquí, como todas las noches. Aún faltan unos quince minutos antes de irme a casa del siguiente vecino" dijo mientras miraba el reloj de pared.
-"¿Cómo? ¿¡Me está diciendo que viene aquí todas las noches!?"
-"¡Pues claro! Para algo soy el portero"
-"No comprendo" dijo Nicolás mientras se incorporaba.
-"No me digas que no sabes por qué los porteros vamos a las casas de los vecinos por las noches" dijo el Portero mientras arqueaba una ceja.
Como vió que Nicolás no contestaba y que no cambiaba su cara de asombro, continuó:

-"Los porteros no solo mantenemos el edificio, sacamos la basura o vigilamos que no entren intrusos al edificio, sino que también protegemos a los habitantes de los malos sueños. ¿Porqué crees que guardamos una copia de las llaves de cada vivienda? Entramos por la noche sin molestar, y dormimos un rato al lado de cada habitante, asegurándonos de que ningún mal sueño les invade."
-"Vaya. No lo sabía" dijo Nicolás asombrado.
-"Ya me he dado cuenta. Bueno, te me has despertado, pero ya me toca irme a la siguiente casa. ¿Te sientes como si fueses a tener una pesadilla o algo?
-"Pues... no noto nada"
-"Ajá. Bueno, si esta noche tienes una pesadilla, dímelo mañana en portería".
-"De acuerdo" dijo Nicolás asintiendo.
El Portero se fue de la casa, cerrando la puerta con cuidado. Ahí tenía Nicolás la explicación de su ruido. Una vez asimilada la información de su ruido, Nicolás apagó la luz y cerró los ojos. Durmió sonriendo, y soñó con cosas bonitas.

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