![](http://4.bp.blogspot.com/-HWp3rSZ89T8/Ta3b8Gfog9I/AAAAAAAAACw/paAGONEgkc4/s200/metro-madrid.jpg)
Tras girar a la derecha ví a un hombre con la espalda contra la pared, mirando al frente, con unos ojos que pedían salir de allí. Un reguero de orina recorría el pantalón de su traje, como si también tratasen de escapar. La sala era demasiado pequeña para tanto miedo. Por eso, el hombre empujaba la pared con su espalda en un vano intento de alejarse.
Asomé un ojo por la esquina, tratando de comprender la situación. Con ciudado, sin que aquello que allí hubiese pudiera verme. Lo ví. Noté cómo el calor producido por la adrenalina iba recorriendo mi cuerpo, haciendo arder mi estómago y pecho. Me froté los ojos, y mientras se aclaraba mi visión, apareció ante mí un león. Sí, querido lector, ví un león suelto en una estación de metro de Madrid.
Poco a poco la fiera fue acercándose al hombre, olisqueándolo. Podía oírse el aire entrar en sus fosas nasales, impregnando su hocico con el sudor de aquel desgraciado. Las babas del felino comenzaban a gotear, golpeando contra el suelo al son de un ruido viscoso.
El hombre dió un respingo, dejando caer su maletín con gran estruendo mientras millares de folios revoloteaban en el aire. El león comenzó a rugir, llenándo la habitación de furia. Algo sonó a su derecha. Era una mujer de unos treinta años, que se acercaba tímidamente hacia el rey de la jungla.
- Shhh, tranquilo, tranquilo.
Llevaba las manos al frente, mostrándole a la criatura que ella no era ninguna amenaza. El león se giró, mirándola con curiosidad. El hombre continuaba inmóvil. Yo veía toda la escena incrédulo, pues aquello parecía irreal. El león parecía que hubiese salido de una de esas viejas películas antiguas, donde aparecen majestuosas criaturas hechas de trapo, moviendose con espasmos.
La mujer llegó hasta el león y comenzó a acariciar su melena lentamente, pero sin titubear. Éste se sintió incómodo al principio, lanzando pequeños rugidos de desagrado, pero poco a poco acabó por sentarse, y finalmente tumbándose en el suelo. El hombre se alejó lentamente, y cuando pasó por mi lado, echó a correr.
Oí como dos pequeños disparos, y ví como dos pequeños dardos se clavaban en el cuello y costado del león. Lanzó un último rugido, pero antes de que acabase, se quedó profundamente dormido. La mujer miró en mi dirección. Yo me giré siguiendo su mirada, y ví que a mi espalda había cinco policías, aún con el rifle apuntando al león. La mujer se puso en pie, y comenzó a caminar hacia nosotros. No llegó a dar un solo paso cuando las piernas empezaron a fallarle. Corrí hacia ella, y pude cogerla antes de que se desmayase.
Había sido increíblemente valiente. Se llevaron al león como pudieron, utilizando una especie de remolque.
- ¿Estais bien? - dijo el policía.
- Sí, solo se ha desmayado. -
Cuando las cosas se calmaron un poco, ella volvió en sí. Resultó ser una mujer de lo más normal, dependienta de una óptica. Le pregunté que cómo había sido capaz de hacer lo que hizo. Me dijo que no lo pensó, supo que era aquello lo que debía de hacer. No conocía de nada a aquel hombre.
Tras estar hablando un rato, le pregunté que si no le importaba que publicase todo lo sucedido en mi blog de relatos. Y aquí está
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Un abrazo.